ENSAYO SOBRE EL "SEPARATISMO VALDIVIANO" : crisis identitaria y búsqueda de nueva cohesión. Del interés de las compensaciones simbólicas
Roberto Santana
(mayo 1996)
Introducción.
Este texto propone una reflexión acerca de las posibilidades de interpretación que ofrece el tema de la diversidad cultural para los fines de desarrollo regional. Para bien situar la orientación que se seguirá, se toma la X Región de los Lagos como un caso ejemplar de eso que Boisier (1992) llama una no-región, es decir, una entidad político-administrativa que carece de historia común, de estructuras sociales de alcance regional, de capitalidad legitimada por todos, de articulación territorial interna y que, en consecuencia aparece mas bien como un mosaico de componentes menores, que como una unidad con identidad reconocida y/o reconocible.
Los autores que se ocupan de la región de Los Lagos no dejan, efectivamente, de poner énfasis en los contrastes, en la heterogeneidad y en la diversidad cultural que caracteriza a sus diferentes componentes territoriales. Una explicitación muy clara y sintetizadora de la percepción dominante acerca del tema está dada por Espinoza (1995) cuando dice: "es claramente perceptible encontrar en la región de Los Lagos, la existencia de marcadas culturas locales y/o provinciales, que en términos reales no se suman o no se complementan en un conjunto regional sino que mas bien se autosustentan, se autodefinen frente a la región". El mismo autor constata que "no se afirma un sentimiento regionalista en la sociedad que la integra" y agrega que no se escucha habitante alguno de este territorio decir por ejemplo "Yo soy de Los Lagos" para significar una adscripción identitaria mas allá de lo local o lo provincial.
El hecho parece evidente a todos los observadores y algunos de ellos sugieren líneas de orientación destinadas a fundamentar estrategias, a las cuales atribuyen virtudes susceptibles de contribuir a la superación de esta ausencia notoria de articulación/integración regional. Así, se habla de "construir socialmente el espacio regional" (Amtmann, 1990), de "encontrar ciertos hitos que faciliten la construcción de ciertas bases de identificación cultural" (Espinoza, 1995), o de la "construcción de un tejido social" para llegar a "una sociedad regional articulada" (Gobierno Regional, 1995). Todos los autores citados hacen hincapié en el mecanismo de la "participación colectiva" como condición clave para la construcción de una "verdadera" sociedad regional
Los antecedentes aportados por ellos no dejan lugar a duda: en términos sociales, culturales y políticos la región de Los Lagos está todavía en "estado de proyecto", independientemente de la existencia de un estatuto legal y de una institucionalidad que le acuerda existencia formal. Independientemente también de la innegable dinamización económica que tiene lugar principalmente desde fines de los 80. Retengamos de las fuentes citadas que la ausencia de una identidad regional reconocida tiene que ver en lo esencial con una diversidad cultural profundamente enraizada caracterizando al conjunto territorial compuesto por las cinco provincias de la X Región. Los ejemplos mas frecuentemente citados tienen que ver con la especificidad cultural de Chiloé, con la tensión que representa el « separatismo » valdiviano, con la no-integración de la población huilliche, en fin con la peculiaridad de las zonas de colonización. Los otros elementos de la heterogeneidad del territorio regional aparecen de esta suerte como siendo mas "naturales" (disparidad de los medios naturales, desarticulación física, desequilibrios en el poblamiento, etc.) y si bien es cierto son importants para el desarrollo, aparecen como menos problemáticos en vista de un proyecto de construcción identitaria .
Diversidad cultural, identidad y desarrollo.
El tema que nos interesa aquí tiene que ver con las posibilidades de construcción de una entidad regional "reconocible", es decir, que se autodefina a sí misma, con la cual luego una población se identifique, la reivindique como propia e incluso, si lo desea o así le conviene, la publicite. Dos puntos de vista influencian la reflexión de autores y actores a propósito de esta cuestión capital para la región: 1) uno de ellos pone el acento sobre un proceso de "apropiación regional" de las culturas locales o provinciales, o sea, clama por una socialización de las mismas en el sentido de una universalización que no podría pasar sino a través de una suerte de "mestizaje cultural"; 2) el otro, que en realidad es una variante del primero, se esfuerza por encontrar los elementos culturales que serían comunes a la región, buscando por la vía de la potenciación de los mismos, los elementos identitarios útiles a la construcción de un espacio regional con identidad cultural propia., es decir, "integrado" culturalmente [1].
En ambas visiones, el proceso de incorporación de la diversidad cultural al tema del desarrollo pasa por una uniformización cultural del territorio, alineándose sobre una posición única que no deja un lugar a la idea pluralista según la cual la mantención de una cultura propia no sólo es compatible con la modernización, incluso con un aumento de la productividad basado en la apropiación de conocimientos y tecnologías alógenas, sino que puede constituir una carta de triunfo importante en el mejoramiento de la calidad de vida de los individuos. Bajo otro prisma, la cuestión del desarrollo de entidades territoriales con fuerte personalidad cultural se puede plantear en términos de una modernización sin quiebre de los sistemas valóricos y sin ruptura de las cohesiones internas o de los sistemas internos de la regulación social. El proceso mismo de desarrollo pudiendo servir, en ciertos casos, a la viabilización de proyectos que busquen el reforzamiento de la cohesión de grupo o la recreación de una identidad colectiva.
En las dos primeras formulaciones está implícita la idea según la cual la creación de una "identidad cultural regional" es como acceder a un nivel superior de valoración mediante la uniformización cultural. La dinámica que se pone en marcha es la "fusión" de la diversidad cultural por arte de los procesos espontáneos y también por arte de la planificación burocrática. El tratamiento que se impone es sectorial, por lo mismo verticalista, y se hace fundamentalmente movilizando el sistema de educación y la animación cultural de tipo institucional, con lo cual la problemática de la diversidad pierde una gran parte de su contenido social (estructuras y formas de funcionamiento específicos), de su contenido político y simbólico (movilización identitaria), así como de su potencial idad creativa.
Hasta aquí, si se juzga por los documentos oficiales que hemos podido conocer (de SERPLAC y del Gobierno Regional), el sistema de planificación ha hecho poco o ningún hincapié en los sujetos actuantes en los espacios culturales diferenciados y con ello se ha obviado la consideración de la especificidad de los actores colectivos y por ende de la identidad política de los territorios que componen la X Región. Ahora bien, es precisamente esta noción de identidad la que nos parece sugerente y talvez operatoria para fines de política regional y que nos interesa introducir en el debate a propósito de la diversidad cultural en la región. Puesto que la cultura pertenece al conglomerado social que le ha dado forma, ella representa un lugar privilegiado de expresión política mas allá de la simple participación en el sistema político-electoral, manifestándose a través de múltiples formas de representación identitaria.
Cuando se habla entonces de construir la identidad de la región de Los Lagos es a la noción de "identidad política" que deberíamos hacer referencia en primer lugar. En hipótesis, la identidad política de la región de Los Lagos es un proyecto que puede concretizarse antes de la constitución de la identidad cultural regional si tenemos en cuenta que aquél es un proceso mucho mas voluntarioso y, por lo mismo, aparece como condición del otro, el cual necesariamente debe hacer un camino mas bien largo y seguramente lleno de atajos. En esta óptica puede decirse que la identidad política de la X Región es concebida como el resultado de un proceso "negociado" entre y/o con diversas otras identidades políticas parciales y que será en el juego dinámico de identidades territoriales diferentes que irán produciéndose los cambios al interior del conjunto englobante que es la región político-administrativa, que ciertos territorios irán avanzando hacia una modernización/uniformización mas o menos regulada, que irán afirmándose ciertas especificidades, todo lo cual dará forma a una « personalidad « regional.
Nuestra hipótesis de trabajo es que, cuenta tenida de la realidad existente, la construcción política de la región en términos de proyecto político voluntarista que busca dotarla de una alta capacidad de negociación y de intervención en cuanto a la cohesión social, tiene mas chances de éxito pasando por un proceso negociado o "partenarializado", para decirlo con un exotismo, que por un sistema de planificación estandarizado y altamente vertical, como parece ser actualmente el caso. Por eso, se va a hacer hincapié en las implicaciones prácticas y conceptuales de tal hipótesis. En primer lugar, se trata de saber cuál es el "estado de cosas" a propósito de las identidades ligadas a la diferencias espacio-culturales en la región y de saber cómo esas identidades son reivindicadas o no lo son, y qué es lo que los actores reivindican o no reivindican. En segundo lugar, la reflexión se centrará en los elementos significativos, incluso de orden simbólico, que podrían constituir los ejes de una estrategia en que pueden converger los intereses de los actores de terreno y los del Estado central. Para ello es indispensable encontrar un método de diagnóstico que permita entender lo esencial de la coyuntura por la que atraviesa una determinada identidad socio-territorial, cosa que no es nada fácil puesto que como se sabe la noción de identidad política se abre sobre un campo conceptual amplio y relativamente difuso y la expresión colectiva de la noción misma no es nada simple.
Una trama de lectura para un diagnóstico identitario.
La identidad colectiva, noción ligada o que nace del sentimiento que tienen los individuos de pertenecer a una comunidad relativamente diferente y homogénea, es una categoría a la vez "sujeto y objeto de la historia" (Chebel 1986), es decir, que ella está sujeta a los avatares de la evolución del grupo, que ella puede fragilizarse, desaparecer diluyéndose en un conjunto englobante, enriquecerse o reforzarse, incluso recrearse. En todo caso, desde que hay identidad colectiva hay "organizadores políticos" y la noción de identidad política de un territorio adquiere toda su significación, así como también la idea de estrategia colectiva, puesto que la identidad puede ser reivindicada políticamente con grados diversos de radicalismo, puede disfrazarse temporalmente, puede replegarse sobre sí misma.
Un esquema de aproximación a esta problemática en la región de Los Lagos podría ser imaginado según tres componentes principales que interactúan para dar cuenta del momento por el que atraviesa la identidad colectiva en determinado espacio regional: 1. Las líneas de fuerza que históricamente han marcado el imaginario social; 2. Los quiebres o rupturas que significan cambios bruscos del contexto social y que en los últimos decenios han venido a impactar los referentes identitarios; 3. Los procesos actuales de búsqueda, de repliegue, y de reforzamiento o recreación identitaria.
Para analizar la diversidad de características que adopta el tema de las identidades en la región y las implicaciones políticas que ellas sugieren, entre los diversos casos de estudio posibles[2] damos en este texto la prioridad al caso del « separatismo » de Valdivia, porque él cuestiona la integridad misma de la X Región y con ello la viabilidad del proyecto integrador regional. En este texto será entoncs cuestión exclusivamente del tema del "separatismo" valdiviano visto bajo el prisma de la diversidad cultural y de la identidad política de los territorios. Se trata menos de entregar información empírica que de un ensayo de interpretación destinado a la discusión de un tema que, hasta ahora al menos, está ausente en la investigación regional.
La identidad valdiviana: constitución y crisis.
La ciudad de Valdivia, y con reservas la provincia del mismo nombre, han resistido desde el comienzo del proceso de regionalización la conformación territorial de la X Región de Los Lagos, planteando problemas mas o menos serios al funcionamiento de los órganos institucionales y al desarrollo de los consensos indispensables en torno a las estrategias de la región. Los pretextos aparentes son básicamente de orden geográfico: talla desmesurada del territorio regional[3] y descentraje de Valdivia respecto de la capital regional que es Puerto Montt[4]. Se propone en este texto que hay conveniencia en buscar mas allá de las aparencias para tratar de explicar un fenómeno que seguramente tiene su origen en motivaciones mas profundas que se explican por la historia pasada y reciente, por lo mismo se trata de razones complejas, talvez mas del orden de la psicología colectiva -psico-políticas- que de carácter administrativo-territorial.
No es el caso de hacer aquí la historia de Valdivia sino mas bien señalar o aislar los trazos gruesos de la misma que permiten, a nuestro juicio, darle un sentido en términos de evolución de una cierta subjetividad colectiva, a lo que ocurre en la actualidad. En la larga historia de Valdivia hay que reconocer ante todo la condición de autarquía o casi autarquía que fué por mucho tiempo el rasgo dominante de ese territorio provincial, explicable fácilmente por la discontinuidad territorial del poder santiaguino (colonial primero y republicano después), ella misma determinada por la existencia de una Araucanía dominada por el pueblo mapuche hasta que la región fué incorporada al pleno ejercicio de la soberanía chilena (sometimiento militar de los indios ocurrido en la penúltima década del siglo pasado).
El período que sigue, marcado por la "pacificación" de la Araucanía y por la implantación de la colonización alemana, articula de una manera permanente y múltiple la provincia al resto del país: de la autarquía o semi-autarquía, la provincia evoluciona hacia un desarrollo territorial articulado al país que equilibra una economía agrícola relativamente dinámica (explotaciones agrícolas de colonización) con un desarrollo industrial temprano, basado en la manufactura y en la siderurgia, que sitúa a Valdivia en el tercer rango en el país entre los años 20 y los 50 de este siglo.
A lo largo de este período, Valdivia es el centro del desarrollo al sur de Concepción y, por lo mismo, referencia obligada para las poblaciones de los territorios sureños, en particular aquéllas de Chiloé y Llanquihue. Recuérdese que en el Chiloé de los años años 40 no se conocían los motores diesel ni la electricidad, mientras que en Valdivia había fábricas y maestranzas. Las mercancías "valdivianas" eran allí apreciadas por su calidad (productos derivados del cuero, herramientas, cecinas, cervezas) y esta valoración del lugar de origen de las producciones (incluso la "chicha" de Valdivia tenía fama) significaba implícitamente una consideración también elevada del habitante valdiviano, aún si en gran número muchos de ellos eran originarios de Chiloé. El "valdiviano" de esos años no podía dejar de ser sensible a una cierta identidad diferenciada que le reconocían los demás.
¿La sociedad valdiviana se había ido estructurando a imagen de esa representación que nos entrega Benjamín Subercaseaux al terminar la primera mitad del siglo ?: "Valdivia es la ciudad mas próspera de la zona... es una ciudad limpia y ordenada, con un amplio malecón sobre el río, que la rodea en gran parte... es una de las ciudades mas industriales de Chile: cervecerías, fábricas de cecinas, de zapatos, astilleros y maestranzas". Cuadro que el escritor completa con la feliz referencia a esos "hermosos veleros y vaporcitos de toda clase que surcan sus brazos y comunican las islas con los centros comerciales". ¿Retrato un tanto idílico? Sin duda literario, pero no es menos cierto que su contenido coincide con los datos empíricos, mas económicos y geográficos, y por cierto mas fríos, que nos entrega para esos años la Geografía Económica de Chile editada por la CORFO en 1962[5]
No puede sorprender por lo mismo que la estructura social valdiviana aparezca por esa época mas equilibrada que en las otras provincias que componen hoy la X región. Esto es al menos lo que sugieren las cifras que dan cuenta del comportamiento del cuerpo electoral en un perído mas o menos largo que va de 1949 a 1973 (Martínez y Palacios, 1990). La provincia de Valdivia es, en efecto, la única donde la tendencia política dominante es de carácter centrista[6], con una media de casi 40% de los votos emitidos en las elecciones de ese período (Radicales principalmente) y al mismo tiempo hay un contrapeso entre la derecha política (con 25,8%) y la izquierda (con 23,7%). En Osorno el centrismo también es importante pero el desequilibrio es grande entre la izquierda y la derecha[7]. Conviene agregar que el consensus valdiviano dominante hacia el centro político se ve reforzado por la elevada votación que obtuvo entre los años 1949 y 1957 el Partido Agrario Laborista, cuya tendencia ha sido a veces calificada de nacional-populista, pero que en Valdivia se alineaba sobre posiciones marcadamente centristas.
¿Cómo explicar la vocación centrista de Valdivia hasta los inicios de los 70? El dinamismo económico de las décadas del 40 y 50 seguramente tuvo algo que ver con los comportamientos tendenciales señalados: presencia de un proletariado urbano, expansión de las capas medias urbanas (en el comercio y servicios educacionales sobretodo), desarrollo de una clase media rural en el marco de la política de la Caja de Colonización Agraria (???), entidad particularmente activa en la provincia de Valdivia en los años del Frente Popular y hasta fines de los 50. Todo esto es cierto, pero no aporta mas que una parte de la explicación, pues hay que recordar que el crecimiento económico valdiviano no se prolonga mas allá del gran terremoto de 1960 y que el centrismo político le sobrevive. Por lo mismo, se puede sugerir que las raíces del centrismo valdiviano, que es singularmente laico, hay que ir a buscarlas mas lejos en la historia, para allí descubrir que sus connotaciones son culturales y que remontan a la época de la implantación de los primeros colonos alemanes en la provincia. Las modalidades que adopta ese proceso son muy significativas.
Blancpain (1969) ha señalado cómo, contrariamente a lo acontecido en Osorno y en Llanquihue, la instalación de los inmigrantes alemanes en Valdivia se dió en un contexto de "paz religiosa" entre protestantes y católicos. Según él, las características del medio urbano valdiviano favorecieron los contactos entre una burguesía alemana instruída y de filiación mayormente protestante y una clase media chilena a su juicio muy tolerante, cuyos descendientes andando el tiempo iban a reconocerse en las primeras estructuras que dan nacimiento al Partido Radical. Pone de relieve el tacto y la firmeza no dogmática de la figura del líder incontestado que fué Karl Andwanter para los colonos llegados a Valdivia, fundador de la primera Escuela laica Alemana, símbolo de la tolerancia buscada en Chili por la burguesía liberal europea de la época. Ve en la creación de escuelas alemanas, laicas o protestantes, no una voluntad deliberada de evitar la asimilación sino mas bien la voluntad de preservar la libertad religiosa individual, asegurar la continuidad de la tradición cultural evitando así una regresión que el estado de abandono de la enseñanza oficial de la época (influída notoriamente por una iglesia Católica intolerante) no habría podido evitar[8].
Nada sorprendente que esta tendencia tolerante, sino laica, del inmigrante alemán haya hecho convergencia con las tendencias liberales y laicas de los notables y capas medias de la ciudad de Valdivia, echando así las bases de un centrismo político que no verá su término sino en la década del 70 con la crisis constitucional. Una alianza política tácita mas bien que explícita parece entonces haberse operado entre la potencia económica de al menos una parte de los industriales y agricultores ricos alemanes y las élites políticas valdivianas, constituídas principalmente por profesionales liberales de éxito y administradores de organismos o empresas del Estado.
La imagen mas o menos idílica pintada por Subercaseaux para describir paisajísticamente la ciudad de Valdivia puede ahora ser enriquecida con la imagen de una sociedad tolerante fundada en el laicismo radical francmasón y en el protestantismo germánico. Valdivia podía sentirse orgullosa de una evolución económica, política y cultural que la diferenciaba claramente de los otros ámbitos socio-territoriales sureños, y enfrentaba su pasaje a la década del 60 sin inquietudes identitarias. Su rol preeminente en el sur favorecía los mejores vínculos con el centro santiaguino del poder, y mas allá de su lugar entre las 25 provincias, no tenía razones aparentes para aspiraciones autonómicas de algún tipo particular.
Todo este escenario relativamente apacible, al menos sin grandes altibajos, va a cambiar radicalmente desde comienzos de los 60. Primero será el gran terremoto/maremoto de 1960 (Tazieff, 1986) y con ello el comienzo de una crisis económica durable. Casi simultáneamente se produce la "debacle" política del Radicalismo, luego vendrá el desencadenamiento de los extremismos (marxistas y militares) de los años 70, la derechización del electorado[9] y en fin, en los 90 la demanda de autonomía regional.
Sin embargo, antes ya del terremoto trágico, la naturaleza y la economía parecían dar signos de no estar muy del lado de Valdivia. El río, orgullo de la ciudad, había hecho su trabajo de zapa y había provocado el embancamiento del puerto (Subercaseaux: "hay muchos bajos- no olvidemos esas Tres Marías- y los fondos son traicioneros"...) y el puerto del Pacífico se había muerto o se estaba muriendo. El complejo siderúrgico de los Altos Hornos de Corral que databa de 1906 ("un establecimiento que vive y muere", según Subercaseaux) había terminado por cerrarse, por razones de imposible rentabilidad, mucho antes del 50[10].
Además del traumatismo psicológico, cuyas consecuencias serán durables, el terremoto de 1960 asestó un rudo golpe al sistema productivo valdiviano y con ello al sector de origen alemán mas dinámico -en la industria y en la agricultura- perdió una buena parte de su base económica de sustentación. Los descendientes de los colonos alemanes se "empobrecen" relativamente y algunos quedan, un poco como el sector criollo, en las mismas condiciones de tener que recomenzarlo todo. Pero esto no es tan fácil, pues en las nuevas circunstancias parecen haber perdido la capacidad de acumulación endógena que les había caracterizado desde los inicios de su implantación en la región, al mismo tiempo que han revelado una escasa flexibilidad para articular sus economías a otros desarrollos, o a la reconversión productiva[11]. Mas grave, en este recomenzar no están las bases político-culturales sobre las cuales se había construído el antiguo consensus local/regional entre comunidades en proceso de interacción creciente: la crisis del laicismo radical, el ascenso del catolicismo (antidictatorial y miserabilista) y el lugar preponderante de la derecha política (ganado sobre las cenizas del extremismo de izquierda) habían socavado el sistema de funcionamiento valdiviano. Del otro lado, del lado de la sociedad valdiviana "criolla", es también la crisis: el espejo en el cual se miraba, no sin cierto orgullo, ha terminado por quebrarse. La crisis de identidad es el resultado del todo.
El separatismo como salida a la crisis identitaria.
El separatismo de Valdivia no tiene nada que ver entonces con un irredentismo tradicional y puede interpretarse mas bien a la luz de acontecimientos que corresponden a una historia relativamente reciente. Aquí se propone un análisis a través de la noción de crisis de la identidad colectiva. Esta interpretación por la crisis identitaria sugiere que hay crisis espiritual, que hay un mal de identificación (crisis de identidad) como consecuencia de una pérdida de referentes fundamentales, de puntos de apoyo existenciales que dan significado (sentido) a la historia de una colectividad humana. La sintomatología de los fenómenos de crisis ha sido descrita por numerosos autores. Ella puede traducirse en movimientos diversos: en el caso que nos ocupa en un movimiento de repliegue en relación a las otras provincias, en un sentimiento de discriminación hacia la población valdiviana, en un sentimiento de agresión a propósito de un pretendido derecho a ser capital que no es reconocido por los otros, en inquietud colectiva que busca expresarse pasionalmente, y por fin, en un desconocimiento del Otro, expresado en reticencia a trabajar con las demás provincias, obstrucción a los intercambios, oposición a la apertura regional. De la crisis al repliegue no hay mas que un paso, mientras que del repliegue a la ofensiva identitaria el movimiento es largo y el camino es a veces tortuoso.
La búsqueda de una nueva cohesión identitaria ha tomado en Valdivia la forma de lo que podríamos denominar un regionalismo pasional, una suerte de impulsión intensa hacia un objetivo único (la creaci—n de una nueva Regi—n) que actúa o debería actuar como mecanismo de reunificación colectiva. Un periodista del Diario Austral de Osorno escribiendo con ocasión del "paro" del 30 de noviembre [12] llamaba "dogma de los valdivianos" a lo que a sus ojos constituye una expresión de conciencia colectiva según la cual la única vía para que Valdivia progrese es aquélla que conduce a un gobierno regional propio. Se puede abundar en la descripción de la sintomatología, así como en las calificaciones que la gente ha dado o que la prensa ha vertido a propósito del síndrome valdiviano, pero nos parece mas interesante ocuparnos de sus fuentes y tratar de ver en qué consiste la estrategia de reconstrucción identitaria levantada por los sectores líderes, a la vez que reflexionar sobre sus posibilidades de aportar satisfacción a la búsqueda de una nueva cohesión colectiva.
El artículo del periodista ya citado apuntaba a un tema que permite entrar en materia. Decía: "debe resultar interesante analizar el caso...(de) un enclave llamado Valdivia donde existe una fuerte conciencia estatista, es decir, se cree que los problemas los soluciona el Estado, que el desarrollo lo promueve el Estado y que mientras mas aparataje estatal tengan en la ciudad mejor les va a ir". Para desmentir la fuerza de esta lógica el editorialista recuerda que en el nivel nacional el sector estatal no hace mas que el 25% de la inversión, mientras el sector privado hace el 75%.
Sin gobierno regional propio y apostando muy poco a la X Región para acelerar su progreso, el regionalismo valdiviano en proceso de reunificación ha jugado sus cartas, desde los inicios del régimen democrático, apostando a la buena voluntad del centro político capitalino e inscribiéndose en un esquema de clientelismo "nuevo estilo". En este sentido, ha ido tomando forma un caciquismo valdiviano sui generis que articula o reúne elementos locales con personalidades del centro político nacional. La fragilidad de la política local trata de ser resuelta "importando", si se puede decir así, notabilidades de la política santiaguina. El caso mas relevante es por cierto el de Gabriel Valdés, por varios años presidente del Senado, cuya elección por los valdivianos no fué por casualidad si se tiene en vista su calidad de líder histórico del principal partido de la Concertación y del actual presidente de la república, el partido Demócrata Cristiano.
El caso citado permite ver cómo el "separatismo" valdiviano al mismo tiempo que toma sus distancias con respecto a la X Región alimenta contradictoriamente el centralismo del sistema político nacional, precisamente, cuando muchos ponen al orden del día la necesidad de <profundizar la descentralización>. La devoción del senador Valdés por su región no puede ser desmentida, a pesar de las críticas que algunos suelen hacerle, pero el estilo de la intervención política que él representa, no estimula tal proceso y mas bien le neutraliza. Así, la revista Qué Pasa, en su edici—n del 3 de enero de 1996 testimoniaba del modus operandis diciendo: "el senador realizó una de sus últimas gestiones en favor de su región como presidente del Senado, cargo que abandonará en marzo...Valdés habló con el Ministro de Obras Públicas, Ricardo Lagos, para pedirle que aprobara la pavimentación de un camino de circunvalación en el puente Calle-Calle, en Valdivia...Después se reunió con el titular de Educación, Sergio Molina, a quien solicitó financiamiento para concluir las obras del Teatro Lord Cochrane, de Valdivia. El senador también se comunicó con el ministro de Hacienda, Eduardo Aninat, para que agilizara la entrega de fondos para esas obras y terminó su periplo con el Presidente Eduardo Frei, a quien invitó a la inauguración de un hospital, una población y una planta industrial en Valdivia". Juego político mas favorable al centralismo santiaguino no podría pedirse y es pertinente preguntar si el"separatismo" valdiviano ha interiorizado suficientemente el desafío de la descentralización como ruptura con aquéllo que Foxley ha llamado la "cultura centralista" chilena (1987). Mientras tanto, ¿la región?, ¿la provincia?, ¿la comuna? Bien, gracias...
Entre una obra y otra realizada con fondos estatales, puede decirse que el modo de funcionamiento clientelar adoptado ha favorecido a la provincia de Valdivia con un saldo nada excepcional, sino mas bien dudoso. De la inversión pública realizada en la región en los años 1990, 1991 y 1992, la provincia de Valdivia fué la que obtuvo el mas alto porcentaje (28,7), seguida por la provincia de LLanquihue (25,5%) y, algo mas lejos, por Osorno y Chiloé. Sin embargo, en términos de inversión per capita la provincia salió desfavorecida: el indicador promedio es apenas levemente inferior cuando se le compara con aquél de Osorno o de Llanquihue (14.109 pesos contra 15.825 y 15.874 respectivamente). Conviene por lo mismo preguntarse si el resultado no habría sido mas positivo siguiendo una estrategia de apoyo al fortalecimiento de la capacidad política del conjunto de los actores regionales.
Miradas las cosas en perspectiva, se ve que hay dos puntos donde la estrategia valdiviana aparece frágil: primero, nada asegura la continuidad de la eficacia del sistema basado en la capacidad de maniobra de una o dos personalidades de perfil nacional; segundo, el tipo de intervención del "intermediario regional" no puede ser sino puntual y esporádica y no facilita la emergencia de proyectos estratégicos de gran talla o dotados de efectos de arrastre, que sólo una entidad territorial como la región de Los Lagos puede enfrentar. Mientras tanto, a lo largo de los años, la movilización esporádica por la Nueva Región, sobretodo aquélla que sigue la modalidad de "paro" de las "fuerzas vivas" de la ciudad, como el último del 30 de noviembre de 1995 que duró 5 minutos, ¿no ha ido adquiriendo objetivamente el carácter de una manifestación simbólica que se repite ritualmente, mas bien que un acto de realismo político? (Diario Austral, Osorno, 1/12/95)
Valdivia cree menos en la estrategia de hacer "masa crítica regional" con vistas a profundizar el proceso de descentralización que en mezclar sus cartas con aquéllas del centralismo político, esperando que eso juegue en su favor y un día se resuelva el problema de la recomposición territorial de la región de Los Lagos. ¿Debería tomarse esta aparente paradoja como una prueba de confianza en sí mismo o, al contrario, como prueba de debilidad? Objetivamente, todo pasa como si se confiara mas en una estrategia inmediatista que da seguridad, lo cual significa un reconocimiento implícito de que se es débil y de allí que el aliado principal buscado sea el centro nacional desde el cual se dispensan favores (y del cual se espera la reforma regional que dará vida al proyecto de región valdiviana). Tal estrategia es vista como mas reconfortante y por lo mismo se subestima un camino alternativo donde habría que hacer alianza con los otros actores que intervienen en las provincias de la región, con el objetivo de hacer emerger un real "sistema de actores regionales" única fuerza susceptible por su amplia representatividad de posicionarse con cierta autonomía y eficacia en relación con el centro capitalino. Esta alternativa, hay que reconocerlo, se juega menos sobre los beneficios inmediatos que sobre el mediano y largo plazo.
Sin embargo, Valdivia no solamente necesita obras inmediatas, no solamente necesita caminos, escuelas, servicios de salud y otros muchos objetos materiales, que al fin de cuentas, en su mayoría son mas bien del resorte de la municipalidad o de la instancia provincial. En función de esta circunstancia es bueno preguntarse dónde está la visibilidad de la instancia de gobierno regional, o mas precisamente, ¿cuáles son los temas que dan cuenta de sus competencias específicas en materias culturales y en el tratamiento de la diversidad socio-política de los territorios?. Por ejemplo, se nos ocurre que, <desde la región>, una de las primeras prioridades debería ser acordada al tema del « separatismo » valdiviano, el cual a nuestro juicio tiene que ver antes que nada con una estrategia destinada a abrir el diálogo y a concertar acciones con una población que busca seguridad, que necesita construirse una nueva cohesión, o en otros términos, que se empeña en recrear una identidad y liberarse de los fantasmas del pasado. Tal estrategia debería acordar un lugar de excepción a la búsqueda de « satisfacciones simbólicas »y así haciendo, ayudar a los valdivianos a creer en las ventajas de desarrollar interacciones positivas con su entorno regional. Cuáles, o de qué orden pueden ser esas satisfacciones simbólicas? ¿Quién, o quiénes, están en mejores condiciones de ofrecer tales compensaciones a una sociedad local o provincial
¿Compensaciones simbólicas: instrumento de política regional?
Como bien se sabe, por símbolo se puede escoger cualquier cosa, pero lo que lo caracteriza no es la cosa, lo que se elija como signifiante, sino el hecho de que existe un acuerdo con respecto a qué es lo que va a ser considerado como un símbolo (Fernández Christlieb, 1994). El símbolo puede ser del todo arbitrario y convencional, pero lo que es importante es su corporeización en algo objetivo o concreto, es decir, que esté a la vista y pueda ser reconocido por todos los individuos participantes en el acuerdo. Por lo mismo, el símbolo posee un alto carácter intersubjetivo, es una construcción esencialmente comunicativa y que contribuye a una identificación entre los sujetos, en este caso los habitantes de Valdivia y de la X Región.
Hay también en la noción de símbolo algo que puede imaginarse de extrema importancia en el caso concreto valdiviano : el símbolo siempre está presente, no cambia de un momento a otro ni de un lugar a otro y por lo mismo es siempre confiable, es una fuente de seguridad. Dar confianza a los valdivianos en el sentido de que tienen un futuro con claro horizonte significa entonces crear objetos simbólicos que sean, entre diversos otros objetos, los mas públicos, los mas durables, los que brinden un mayor grado de seguridad y de confianza a una colectividad que se busca, que en un momento dado vivió como la antesala del fin del mundo y se creyó perdida (Tazieff, 1986). Valdivia busca seguridad en la dimensión temporal y en su territorio y ello es comprensible y no hay allí ningún riesgo de enclaustramiento ni de rechazo del Otro por una suerte de no se qué supra-determinación. Por el contrario, cuando la identidad no es problema el reconocimiento recíproco de la diferencia puede ser mas fácil, la interconexión de las entidades socio-territoriales mas viable y la superposición de adscripciones identitarias un fenómeno mas bien satisfactorio.
¿Qué mas públicos y qué mas cargados de sentido identitario que la creación de objetos destinados a curar definitivamente las heridas, todavía abiertas, provocadas por el traumatismo de 1960? Entre esas heridas no curadas están en primer lugar aquéllas que tienen carga comunicacional, que tienen impacto sobre la interconexión territorial o sobre la integración geográfica de la vasta región de Los Lagos. Si el terremoto de 1960 provocó el descenso del nivel de las tierras llanas, destruyó en un 80% la ciudad, marginalizó físicamente la población de Valdivia y una parte importante del territorio provincial, si la extensa llanura otrora fértil y productiva que resultó inundada[13] ofrece todavía, a mas de treinta años transcurridos, el testimonio físico de tiempos de tragedia, ¿porqué no hacer de esa área uno de los objetos simbólicos de compensación bajo la forma de una rehabilitación planificada de ese extenso territorio, que es el corredor de comunicación terrestre con el resto del país? Si, como consecuencia del cataclismo y sus efectos sobre el sistema fluvial, Valdivia pareció perder definitivamente su salida al Pacífico y también la navegabilidad fluvial en su espacio interior, ¿porqué no pensar que hay allí también el espacio apropiado para otra gran política de compensación simbólica?
El abordaje de problemas tan importantes como los señalados (que por cierto, no son los únicos sobre los cuales se puede desplegar el poder regional), por estar tan cargados de significación simbólica para la población valdiviana, son precisamente, dominios excepcionales sobre los cuales las acciones de un gobierno regional inquieto por la construcción de una identidad territorial pueden mostrarse de lo mas constructivas. El gobierno regional, como principal "organizador político" en las cinco provincias, enfrenta como ningún otro actor colectivo la responsabilidad de "hacer región" a partir de un mosaico territorial social y culturalmente diversificado y, por lo mismo, no puede eludir la tarea difícil de "socializar" al interior del vasto territorio sobre el cual tiene competencias un cierto número de temas-problema dotados de capacidad unificadora, integradora o identificatoria. La cuestión de las "compensaciones simbólicas" debidas a la provincia de Valdivia es uno de esos temas-problema. Las iniciativas que pueda llevar a cabo en ese sentido no pueden sino ser bien recibidas, o bien percibidas, por la mayor parte de la población valdiviana y regional. En términos de política pública estaríamos por primera vez en presencia de una verdadera política en relación con las identidades culturales. En términos mas restringidos, de estrategia y de planificación, se trata evidentemente de dos dominios de actividad que entran en el marco del ordenamiento "integral" del territorio, pero donde el sello distintivo debe ser marcadament cultural.
Si el gobierno regional -que contribuye en la actualidad conjuntamente con el Estado apenas con una cuarta parte al financiamiento del desarrollo en la Xa región- se propusiera orientar su acción mas allá de una planificación que es pasablemente rutinaria (infraestructuras locales, servicios y combate a la pobreza en particular) y que, por mucho, bien podrían ser del resorte de los poderes locales o provinciales, debería encaminarse a definir una suerte de política de "grandes trabajos movilizadores" (no por ello necesariamente costosos), un resorte hasta ahora ausente en las preocupaciones de la región y por lo mismo en los instrumentos habituales de los planificadores. ¿Y si se comprobase por este medio, por esta concepción de la política del gobierno regional, por este approach específico de sus responsabilidades frente a uno de sus espacios provinciales, que por fin se dinamiza una participación ciudadana en torno a los temas de la región? Esa participación ciudadana de la cual todo el mundo habla, que todos los responsables de región y planificadores esperan, pero que no termina de llegar...
La región estaría dando satisfacción a demandas que no han sido ni siquiera explicitadas en tales términos por Valdivia, pero que no por ello están menos implícitas en la movilización regionalista valdiviana. Y puesto que las compensaciones simbólicas pueden ser consideradas como "satisfactores" colectivos, las iniciativas regionales con significación de política identitaria pueden contribuir a superar los bloqueos, a debilitar las posiciones rígidas, y a reforzar las interacciones socio-políticas en el conjunto del espacio regional. Ganaría la región integrando y consolidando sus recursos y energías y ganaría Valdivia, puesto que su plena inserción en la Región de Los Lagos pasaría a ser un tema de prioridad regional, mientras que se puede dudar de la viabilidad de su estatuto de Región.
La viabilidad de un estatuto de Región para Valdivia puede, en efecto, ser puesta en duda en función del estado de la acumulación de fuerzas al nivel provincial. El estado de espíritu reinante mas allá de la ciudad capital, en las comunas de la provincia, muestra en efecto que la "pasión separatista" de los habitantes de la ciudad de Valdivia no hace la unanimidad. Un trabajo universitario reciente (Soto Eckhardt, 1993) lo demuestra: ni entre las "fuerzas vivas" comunales ni en el seno de los partidos políticos el separatismo logra un consensus elevado.
Soto Eckhardt muestra claramente al nivel de las comunas tres actitudes que pueden ser consideradas como altamente significativas: ) que en muchas comunas hay desconfianza frente al centralismo de Valdivia, actitud que a nuestro juicio tendría que ver con el modo de funcionamiento actual de la región el cual permite a las comunas ganar una cierta autonomía al interior de la provincia en la medida en que tienen la posibilidad de dirigirse directamente al gobierno regional, sin pasar por la gobernación; 2) que en el nivel de las comunas, el tema de la provincia de Valdivia interesa muy poco, lo mismo a los partidos que a los componentes del poder municipal; y, 3) que las incompatibilidades partidistas reinan todavía, no sólo entre oposición y mayoría de gobierno sino también al interior mismo de la Concertación, en cuanto se refiere al desarrollo comunal y a la articulación de lo comunal a lo provincial.
CONCLUSION
El problema planteado por Valdivia a la X región es real y no porque haya en ello emotividad, pasión y talvez rigidez -como se dice a menudo en las otras provincias- él mismo puede ser subestimado por el gobierno regional y por los otros actores. Tampoco puede ser considerado solamente desde el ángulo de pugnas inter-provinciales sin mayor importancia, sobretodo cuando todavía el gran tema controvertido sigue siendo el de la pugna centro capitalino/provincias o regiones.
Existe un problema de identidad de un territorio exprsado en términos de separatismo y la región debe asumirlo. La crisis de identidad se traduce en sensación colectiva de marginalización, en crisis de representación, y a partir de ello emerge una reivindicación política que es menos talvez el reflejo de una unidad cultural de la población valdiviana pero sí uno de los medios por los cuales un grupo de actores representando un abanico amplio de sectores políticos (empresariales, académicos, sindicales y sociales) busca construir esa unidad en torno a un objeto que debería ser visto como « mito movilizador ». En los hechos, los animadores del movimiento Nueva Región se posicionan como los artífices de un proyecto de reconstrucción identitaria valdiviana, a través del cual se busca definir las marcas de la diferencia con otras entidades territoriales.
El tema de la identidad en el caso valdiviano aparece claramente como un revelador de "males" de sociedad, mejor todavía, como el parámetro excepcional que tiene el poder de explicitación de todas las rupturas que aparecen en la historia valdiviana de las últimas décadas, ya sea en su entorno natural ya sea en la esfera de lo económico y de lo psico-social. La expresión territorial de la reivindicaci—n identitaria plantea a la X Región un problema que es ineludible: ella debe necesariamente tender un puente que permita a los valdivianos reencontrase a sí mismos y encontrarse con su región. Para ello se necesita menos planificación rutinaria y mas planificación estratégicamente signifiante, apuntando al destino de los actores en su especificidad. En tal perspectiva adquiere una importancia mayor un punto que no hemos abordado en este ensayo: la especificidad de los roles que debe asegurarse a los diversos escalones, principalmente al provincial y al regional, a fin de evitar redundancias de intervención y asegurarse que no se creen dominios de actividad "vacíos" por pugnas indebidas de autoridad.
Apoyar el proceso de reunificación identitaria en Valdivia, así como hacerlo también con otros procesos existentes en la X Región, significa al mismo tiempo para el gobierno regional que él define los temas unificadores mas generales con los cuales construir una política cultural regional, abriendo el camino de otra construcción identitaria, no excluyente de las otras que existen, que conduzca poco a poco a una personalidad regional donde los individuos se reconozcan también con satisfacción. En esto no hay nada contradictorio: las identificaciones múltiples están marcando hoy mas que nunca el destino de los individuos y de los grupos, el gran problema siendo aquél de evitar una pérdida de la capacidad de regulación de esa pluri-adscripción.
Para terminar, nada mejor que traducir un texto que viene al caso (Sáez, J-P, 1995), ampliamente basado en Edgar Morin, que dice así: "La Historia ha pasado de cierta manera pero conservando su carácter de algo no-terminado. Para el individuo democrático, esto significa que se puede dar el lujo de vivir una adscripción múltiple bajo la éjida de sistemas de integración cada vez mas diversificados a partir del territorio donde habita, eventualmente de su comunidad de origen, hasta territorios y comunidades mas englobantes, pasando de su país a conjuntos inter-trans-supranacionales de geometría variable, yendo desde redes parciales hasta el planeta entero, esta tierra-patria que avanza lentamente en la conciencia universal"
Referencias bibliográficas.
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Boisier, Sergio La gestión de las regiones en el nuevo orden internacional: cuasi Estados y cuasi empresas (manuscrito), Playa Cau-Cau, verano 1992.
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Tazieff, Haroum, Quand la Terre tremble, Fayard, 1986, Paris.
*Este artículo es parte de la investigación que en el marco del Programa de Cooperación ECOS (Francia)-(CONICYT (Chile) realizan investigadores del Grupo de Estudios sobre América Latina (GRAL) del CNRS/Universidad de Toulouse-Le Mirail (Francia) y del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Lagos, Osorno.
[1] Quien mejor parece formular el primer punto de vista es S. Boisier en diversos trabajos, en particular en « La gestión d las regiones en el nuevo orden internacional: cuasi Estados y cuasi empresas », manuscrito, 1992. El segundo punto d vist es desarrollado en el trabajo universitario de Fidel Espinoza, « Aportes al descubirmiento de una identidad cultural regional », 1995. Ver bibliografía.
[2] El grado de conocimiento empírico que se tiene de l diversidad cuktural es muy desigual y cada caso merece estudios particularizados. Las funets son relativamente abundantes par el caso de Chiloé, minetras que para otros casos las funetes son mas bine históricas.
[3] La superficie de la Región de Los Lagos es de 67 000 km2, representa el 10% del territorio nacional y el recorrido por tierra entre sus extremos norte y sur no se hace en menos de 15 a 20 horas. Administrativamente la omponen cinco provincias: (Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé y Palena) y 42 municipios.
[4] La relevancia de este factor d[4] El grado de conocimiento empírico que se tiene de l diversidad cuktural es muy desigual y cada caso merece estudios particularizados. Las funets son relativamente abundantes par el caso de Chiloé, minetras que para otros casos las funetes son mas bine históricas.
[4] La superficiz de la Región de Los Lagos es de 67 000 km2, representa el 10% del territorio nacional y el recorrido por tierra entre sus extremos norte y sur no se hace en menos de 15 a 20 horas. Administrativamente la omponen cinco provincias: (Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé y Palena) y 42 municipios.
[4] La relevancia de este factor ebería ser medida en función de la ditncia entre la ciudda de Valdivia y la ciudda de Puerto Montt: apena 209 km por l ruta Panamericana.
[5]Véase el Tomo IV, Segunda Parte: Síntesis regional, pp 44 y siguientes.
[6] En el período estudiado los partidos políticos de centro de mayor importancia electoral erna los siguientes: Partido Radical, el Partido Demócrata Crisiano, y el Partido Agrario Laborista. Un conjunto de agrupaciones políticas obedeciendo a una orientación doctrina ria social-demócrat enían también un cierto peso electoral
[7] Según datos extraídos de Martínez y Palacios, en Osorno los partidos centristas captan en el período una media de 42,6% de los electores, mientras que la dercha capta un 26,5% y la izquierda apenas un 18,5%.
[8] Para mas detalle sobre la historia de la colonización alemana en el sur de Chile se recomienda el libro (tesis de doctorado) de J.P Blancpain, Les allemands au Chili 1816-1945. Latin Amerikanischen Forschungen, 6, Köln, 1974.
[9] En las elecciones municipales de 1992, los partidos de derecha capataron 40% de los votos , mientrs el centro recogió un poco menos y la izquierda solamente el 21% .
[10] El maremoto de 1960, con sus tres grandes ondas de marea sucesivas arrasó literalmente con el casco urbano y el puerto de Corral, a la vez que dió cuenta de los barcos de gran calado amarrados a sus muelles.
[11] Este es un tema que puede dar origen a investigaciones mteresantes. Por ahora, no pdemos mas que imaginar hipótesis las razones culturales son sin duda importantes, pero ¿no lo es igualmente un efecto de « inercia » vinculado a la posición de « monopolio económico » local detentado largo tiempo al amparo del sistema de economía « protegida » que dominó hasta 1973?
[12] Tiraje del 2 d diciembre de 1995. En general los diarios da, Valdivia, Osorno y Puerto Montt dan amplio espacio a los « paros » que se realizan esporádicamente y que tienen tres caracteísticas principales: su poder de convocatoria pluriclasista, su efectividad en la ciudad de Valdivia y su corta duración, a veces puramente simbØlica.
[13] La mas importante zona inundada está en la dirección sur-este a partir de la ciudad, allí las tierras inundadas fueron estimadas en 12000 hectáreas (Tazieff, 1986). La mayor parte de ellas siguen inundadas y de las aguas sobresalen todavía troncos de árboles y restos de las antiguas "alambradas". Guardando las diferencias, tales tierras inundadas no dejan de recordar las "lagunas encadenadas" del SW de la Pampa argentina, objeto de interés cada vez mayor para proyectos de implantación turística y acuícola.