PALABRAS CLAVES
Palabras claves para una mesa de diálogo Mapuches/Estado
6/11/2010
Los chilenos deberíamos plantearnos inquietudes e interrogaciones sobre lo que debería ser la nueva etapa de relaciones de los mapuches con el Estado y por cierto con la sociedad chilena. Creo que tenemos la obligación de asumir una actitud que deje de lado los estereotipos, lo emocional y el cortoplacismo. Del lado mapuche se puede esperar también el planteamiento de un futuro con mas realismo, abandonando la ilusión de la vuelta atrás de la historia y dando prioridad a proposiciones viables para el mediano y largo plazo. Me pregunto si tendrá lugar la mesa de dialogo prometida por el presidente Piñera. Si ella llega a realizarse no hay que hacerse muchas ilusiones sobre sus resultados si previamente las dos partes no han hecho un esfuerzo por hacer avanzar algunas ideas nuevas, por emplear otras nociones que las tradicionales, por cambiar un poco de lenguaje y pensar en temporalidades diferentes para la acción. Por eso, la primera preocupación del gobierno con vista a una posible mesa de dialogo, debería ser la organización y programación de un gran debate en todas las provincias y comunas donde existen comunidades mapuches para tener una primera aproximación de los temas sobre los cuales el dialogo debería profundizar y permitir acuerdos concretos.
Es indispensable preparar el terreno para que la discusión no se quede solo en los temas de tierras y de derechos pues si bien es cierto que el reconocimiento constitucional (prometido por el presidente Piñera) y la aplicación del Convenio 169 de la OIT (por ver) tienen una gran importancia simbólica y de representación para los mapuches, en ello no hay ninguna garantía de desarrollo y de modernización tranquila de las comunidades. Sobre el terreno el comportamiento de los actores institucionales y de los comuneros mapuches podría perfectamente seguir como antes, creando de tiempo en tiempo situaciones eruptivas
Como el problema del destino de la sociedad mapuche nos concierne a todos los chilenos, yo quisiera poner mi grano de arena proponiendo a la discusión la noción de autogestión local indígena pues me parece que su manejo permite abrir puertas. En esta fórmula encontrarían su interés tanto el Estado como los mapuches: el primero, porque en su política de desarrollo cede espacios de decisión sin poner en juego su autoridad y soberanía, y los segundos, porque encontrarían allí una expresión pragmática de sus demandas autonómicas, hasta aquí sin traducción posible a políticas concretas. En razón del reducido espacio disponible para entrar aquí en los detalles de esta proposición me voy a limitar a enunciar algunas palabras claves que a mi juicio podrían ayudar a los actores a imaginar soluciones diferentes a las ya conocidas. El dialogo dejaría talvez de ser entre sordos y podría abrir una perspectiva estratégica de mediano y largo plazo involucrando a las dos partes.
Palabras claves:
Transición a la modernidad. Los problemas y conflictos actuales, implicados en la relación mapuches/Estado/sociedad chilena, tienen su origen en las dificultades de modernización que encuentran los primeros en razón de la diferencia cultural, factor determinante del clivaje temporal en la evolución de las dos sociedades. Si a la modernización y al desarrollo como movimiento histórico los mapuches, en tanto sociedad, no tienen cómo oponerse ni interés en renunciar, so pena de desaparecer completamente diluidos en la sociedad nacional, una buena política debe favorecer que lo hagan según sus ritmos y modalidades.
Autogestión local de los proyectos estratégicos. Noción clave para el éxito de las estrategias y proyectos de desarrollo mapuches. Subentiende que son los propios interesados los que deben decidir sobre su desarrollo en el mediano y largo plazo, asi como sobre los ritmos y las modalidades que mas les convenga adoptar para hacer un transito satisfactorio hacia la modernidad. Introducir este concepto es dar una respuesta viable a la demanda genérica de autonomía indígena cuya definición es muy extensible y corre el riesgo de eternizarse en lo abstracto del discurso. Significa enterrar la fracasada “participación”, noción mentirosa con la cual la política “desde arriba” fue tradicionalmente aplicada por los gobiernos. No ha funcionado, hay que inventar otra cosa y la lógica indica que las estrategias y los proyectos hay que negociarlos “desde abajo”, en un proceso donde las ideas indígenas encuentren el apoyo institucional. Se trata de invertir la lógica centralizadora e impositiva y dar paso a la autogestión indígena.
Desarrollo local con identidad. Independientemente de todos los reconocimientos legales y constitucionales, el destino de los pueblos indígenas se va a jugar en los años que vienen en lo que puedan hacer con ayuda del Estado los propios interesados en sus lugares de vida, en sus propios habitats y comunidades, es decir en un nivel local. Aquí, la idea original de creación de Áreas de Desarrollo Indígena (ADIs) o Territorios de Autogestión Local, adquiere una importancia decisiva si se las concibe como estructuras organizacionales que los propios mapuches deseen crear: supone que algunas comunidades mapuches deciden reunirse y organizarse porque se entienden entre ellas, porque tienen ideas para el futuro, porque mantienen relaciones de confianza entre sí, porque intercambian bienes y porque poseen recursos complementarios en un espacio de proximidad geográfica. La creación de una ADI corresponde entonces a un proceso voluntario que debe ser reconocido institucionalmente. Las ADIs que voluntariamente se vayan creando serían aprobadas por los gobiernos regionales y no por el presidente de la república o el MIDEPLAN. Esta descentralización del poder de decisión se funda en el hecho de que el desarrollo indígena tiene una expresión territorial fuertemente localizada y por lo mismo su incidencia es clave en la evolución del espacio regional y de las estrategias económicas de cada provincia y del conjunto de la región.
Facilitador cultural. Es el nuevo rol que debería jugar el Estado empleando su capacidad institucional y financiera para ayudar al proceso de modernización de las comunidades y al mejoramiento de la vida de sus habitantes en el marco de la autogestión. Significa que el Estado pone sus equipos técnicos y otros medios al servicio de las ADIs.
Patrimonio cultural. Concepto director o filosofía de base en la construcción estratégica de mediano y largo plazo de cada ADI. El concepto de patrimonio cultural entendido en sus contenidos materiales, cognitivos y valóricos es la garantía de un desarrollo con identidad.
Reconversión económica o productiva, articulación hacia afuera, valor agregado de los productos locales, venta de servicios. Deberán ser los objetivos estratégicos en función de los cuales se crea y se aprueba una ADI. El futuro de la sociedad indígena está menos en la agricultura campesina que en la diversificación productiva de bienes y de servicios modernos.
Mediación cultural. Para asegurar que las estrategias de desarrollo sean el resultado del trabajo en común de instituciones y mapuches y para que en cada caso se llegue a negociaciones y compromisos durables, es indispensable una mediación cultural. Esta mediación debe ser neutra pero con voluntad de hacer avanzar los proyectos y asegurar el cumplimiento de los compromisos a mediano y largo plazo.
Si los actores implicados, Estado y Mapuches, se dieran el tiempo de reflexionar sobre esta palabras claves, talvez podrían imaginar los territorios indígenas no como problema sino como una suerte de laboratorios de experimentación social, donde se rompe con la frustración participativa, con el sectorialismo institucional y con el montaje estructural inextricable y burocrático. Si al interior del actual diseño del Plan Araucanía del presidente Piñera no existen los espacios y los recursos suficientes como para iniciar la experiencia de la autogestión local indígena, las partes tendrían que inventar una estrategia en paralelo, que además debería ser extensible al sur de la Araucanía, para incluir las comunidades de la Región de Los Lagos.
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