Porqué aumentar el numero de Comunas en Chile
¿POR QUÉ AUMENTAR EL NUMERO DE COMUNAS EN CHILE?
Roberto Santana Ulloa
23 septiembre 2014
En un articulo reciente (La urgencia de cambiar el sistema de gestión territorial) yo sostenía que una reforma al sistema de gestión territorial en Chile debería entre otras cosas contemplar la multiplicación del número de Comunas como una forma de estimular las energías y responsabilidad ciudadanas, de estimular la formación de actores locales capacitándolos para obrar en favor del desarrollo sostenible y asi fomentar en la base el funcionamiento de una democracia activa.
La larga trayectoria histórica de un sistema de gestión territorial altamente centralizado en Santiago había terminado por producir ya en la mitad del siglo XX un país constituido de colectividades locales en hábitat mas bien disperso completamente dependientes de las instancias centrales de decisión. Esta situación de dependencia las había dejado desamparadas ante los desafíos de la modernización y ante las exigencias democráticas. Tal orden de cosas fue desgraciadamente reforzado por quince años de control jerárquico y autoritario empobreciéndose mas el espíritu de iniciativa política de los ciudadanos ordinarios. Los gobiernos democráticos post dictadura actuaron sobre una población que deseaba cambios pero que mas bien esperaba que vengan de arriba pues en su condición de población supeditada no tenia los recursos ni la capacidad suficiente como para proponer estrategias y ejecutar programas.
El nivel local dista mucho de encontrarse sobre la pista de un despegue susceptible de asegurar el destino de múltiples localidades generalmente de hábitat disperso que vegetan a 20, 30 o mas kilómetros de una ciudad de la cual dependen, porque es en la ciudad que está el alcalde y las autoridades municipales. Por cierto, en esas localidades no hay actores formados para hilvanar estrategias ni nada de eso que los economistas llaman ventajas competitivas que son propias de sociedades locales que poseen una capacidad colectiva para programar el futuro, para inventar estrategias y para actuar intentando articular los intereses contradictorios y la diversidad. Por todas partes se encuentran localidades olvidadas por el municipio de la ciudad distante, de la cual dependen sin embargo para todo lo que no pueden resolver sus propios habitantes. Por eso yo las llamo “sociedades locales minusválidas” . Voy a mostrar dos casos que me tocó visitar hace un año atrás: Quinchamalí en la provincia de Chillán y Monte Verde en la provincia de Llanquihue.
El caso de Quinchamalí. El año pasado, pasando por Chillán para visitar un amigo involucrado en la vida universitaria y cultural de su ciudad y región aproveché la oportunidad para satisfacer un gran deseo que guardaba desde hacia mucho tiempo: visitar Quinchamalí, ese lugar afamado nacional e internacionalmente por su cerámica negra. Mi interés se intensificó cuando mi amigo me recibió teniendo a su espalda un tejido gigante desplegado a todo color con motivos de Quinchamalí y finamente realizado. Exhibía el sello de un organismo oficial encargado del turismo. Con mi compañera tomamos la ruta que conduce a Huape con la referencia de que a 30 km íbamos a encontrar Quinchamalí. Llegados a esta altura, sorpresa!: ninguna señal indicando la presencia de un poblado ni tampoco una flecha o una pancarta indicando por donde seguir. No nos desanimamos y dando vueltas y vueltas abandonamos la ruta y entrando por un camino de tierra hasta encontramos un pequeño tramo pavimentado (calle principal) con algunas casas habitación y dos o tres talleres artesanales. No hay propiamente un poblado puesto que el hábitat dominante de Quinchamalí es predominantemente disperso.
Fuera de los salarios agrícolas de los miembros de las familias, la cerámica negra ha sido la actividad principal que ha permitido el sustento de la localidad. Sin embargo, las personas con las cuales conversamos son muy pesimistas en cuanto al futuro de la actividad artesanal: “van quedando pocas artesanas”, “los jóvenes no se interesan en continuar” , “con la greda se trabaja mucho y lo que ganamos es muy poco”, “se trabaja mucho y se gana poco”. En verdad algunas figuras son piezas complicadas y cuando tienen una cierta talla se necesita al menos una semana de trabajo, pero su valor no será nunca mas allá de 15 000 pesos. Uno de los raros artesanos hombres presenta su abundante producción en su taller abierto a la calle, es un hombre de la cincuentena, nos explicó su técnica de trabajo a mano y su manera de ennegrecer la greda mediante el uso de la bosta de caballo. Cuando se muera no lo va a suceder nadie, no tiene ningún aprendiz y es muy pesimista y enormemente critico de la manera como lo que importa para las instituciones publicas es la publicidad pero no la suerte de los artesanos y habitantes de Quinchamalí.
En el año 2002 la localidad tenia según cifras oficiales 1.314 habitantes, distribuidos en 519 viviendas. Los hombres son mayormente trabajadores del campo y mientras que algunas mujeres de edad intermedia y avanzada siguen practicando la artesanía ( cada vez menos ), las mujeres jóvenes prefieren partir a emplearse en Chillán o en otra parte. Como manera de ayudarse entre ellas y de ganar un poso mas con la venta de sus artesanías, las mujeres crearon hace algunos años la única organización existente en la localidad: la “Unión de Artesanos (as) en Greda”. No tienen sin embargo ningún proyecto estratégico. Lo que no impide que hayan exposiciones en Santiago y en otros lugares con numerosas muestras del arte de las artesanas de Quinchamalí y que algunas piezas especiales sean ofrecidas como regalo a visitantes extranjeros por las autoridades chilenas.
Conclusión: hay por un lado la propaganda institucional y de las agencias turísticas (entre las cuales, la que hace mas publicidad por Quinchamalí en Internet es The Chilean Shop) unida a las exposiciones en Santiago y en otras ciudades importantes de la artesanía local, y por otro lado, la triste y rutinaria realidad de las artesanas y de la población local. La actividad artesanal no tiene asegurado ningún futuro por ausencia de incentivos y de ayuda para el desarrollo local. No hay ningún proceso de innovación en marcha que pueda contribuir a hacer ganar en calidad y fineza, al mismo tiempo que en diversificar y valorizar los productos en greda negra. Nada que retenga a los jóvenes en el área de Quinchamalí. Ningún salón de exposiciones, ningún taller de aprendizaje. Para decirlo claramente: la ciudad de Chillán de cuya Comuna dependen Quinchamalí y una periferia rural situada a 30 kms, se desinteresa completamente de la suerte de los habitantes de un extenso territorio. Enfrascada en sus propios problemas urbanos la municipalidad no puede ocuparse de ellos. De vez en cuando las autoridades comunales “aterrizan” allí para celebrar una fiesta patriótica, pasarle la pomada a las artesanas y por cierto beber chicha en cacho, como prueba de una pseudo comunidad de intereses.
El caso de Monte Verde, el mas antiguo sitio del poblamiento americano descubierto hace 30 años (que ha obligado a los especialistas a revisar las teorías vigentes durante largo tiempo) se sitúa en una localidad rural que está a 30 km de Puerto Montt, de cuya municipalidad dependen los habitantes del lugar. El descubrimiento fue hecho por el arqueólogo americano Tom Dillehay y su equipo de colaboradores de la Universidad Austral de Valdivia. Desde hace mas de veinte años Dillehay se empeña en encontrar ayuda para crear un Museo que permitiría exponer los restos encontrados e ilustrar con documentación científica la importancia internacional del descubrimiento. El tiempo ha pasado “entre la desidia de las autoridades y la ignorancia del público chileno” se decía en un Reportaje de El Llanquihue el Sábado 24 de febrero de 2007. La Comuna de Puerto Montt comenzó a interesarse recién en Monte Verde cuando surgió la idea en Puerto Varas de buscar financiamiento para crear allí el Museo. Reacción epidérmica por cierto pero al parecer positiva pues aunque por ahora los dineros faltan la municipalidad puertomontina estaría decidida a trabajar por la concretización del proyecto. El Museo seria instalado en la zona portuaria. Por otra parte, en los dos últimos años la municipalidad de Puerto Montt, para mostrar que efectivamente se interesa por ese rescate patrimonial, ha organizado visitas gratuitas al sitio arqueológico.
Y mientras tanto, ¿Qué pito tocan los habitantes del entorno del sitio? ¿Han sido convocados por la Municipalidad?, ¿Entran de qué manera en el proyecto? En realidad con ellos no pasa nada. Y sin embargo, hay localidades próximas al sitio como Las Quemas (5800 habitantes), el Gato con 1800 habitantes) y San Antonio, con cifras de población comparables, mas los habitantes dispersos de Monte Verde.
Si existiera un estatuto de Comuna para esa periferia rural alejada de la ciudad de Puerto Montt, seguramente que sus autoridades y los habitantes locales habrían asumido el tema del sitio arqueológico de otra manera, habrían apreciado su aspecto patrimonial, lo habrían concebido como un recurso providencial para el desarrollo de todo ese territorio rural. Habrían hecho lo posible porque el Estado expropie los terrenos en los cuales se encuentran los sitios arqueológicos, hoy día en manos privadas influyentes y que obstaculizan la aplicación de acciones patrimoniales. Porque el Museo debería crearse in situ, porque el proyecto debería ir mas allá que la exposición de piezas y documentos en un sitio cerrado, sino que debería extenderse por la superficie de los terrenos próximos de las excavaciones creando todo un hábitat primitivo con una simulación de las condiciones ambientales y las características de los campamentos de esos primeros ocupantes del territorio americano. Asi, la atracción creada con esas infraestructuras permitiría la entrada en juego de muchos factores y actores económicos, transformando esa periferia rural en un territorio de modernización basada en el turismo patrimonial. Por eso, crear un Museo en Puerto Montt aparece como una aberración y como algo completamente fuera de su contexto geográfico físico y humano y que en definitiva no iría a beneficiar sino a la ciudad misma.
Estos dos ejemplos, que se pueden multiplicar fácilmente, muestran a las claras la importancia de aumentar el número de Comunas en el país, porque ello es crucial para construir el futuro. Sobre todo es crucial para un país que pretende llegar a ser un país desarrollado. En el año 2010 existían en Chile apenas 346 Comunas distribuidas en 54 provincias lo que significa que en promedio una Comuna corresponde aproximadamente a cerca de 6000 habitantes. Este índice está muy por encima de lo que representa la misma relación en países desarrollados, donde los actores locales son estimulados entre otros por la existencia de una verdadera malla inferior de niveles de representación local. En Francia, por ejemplo, la relación es de una Comuna por cada 2000 habitantes mientras en Suecia es de un municipio por cada 3000 habitantes. En Francia no existen sectores rurales que no tengan un chef lieu como centro comunal (algunas Comunas no tienen mas de 100 habitantes). En los países escandinavos existe todavía un nivel inferior a la Comuna: la parroquia, nivel asociado generalmente al protestantismo, religión que ha jugado un rol considerable en la organización de la vida local y política.
La necesidad de la existencia de un estatuto comunal para abrir una ventana al futuro salta a la vista cuando se recorre el territorio nacional con un cierto interés por la gente que habita en los lugares.